La lluvia no cesa, al igual que su llanto. La tierra húmeda mancha sus rodillas y sus manos tapan su cara, protegiéndola. Su cabellera cubre sus ojos esmeraldas. Los truenos hacen eco de sus sentimientos, y el diluvio trata de desteñir su dolor. La noche oscurece, como su vida, como su dolor...
Allí, arrojada, dejada, desolada, en el húmedo suelo de su jardín, se llora un rió, un océano.
¿Por que lo hizo? ¿Quien fue el que la obligo? La culpa la invadía... su cabeza daba vueltas.
Volvió a suceder, en un segundo, un susurro en su oído, atormentándola... no lo soportaba más, se levanto de la tierra, con su blanquecino vestido sucio completamente, mirando para todos lados, pero nada había allí, tan solo unas hamacas, y un sube-baja donde sus sobrinos solían jugar todos los domingos. El llanto comenzó a ser mas doloroso... ¿Estaría loca? Pero aquel susurro, en su oído, el que la atormentaba y le daba la razón cada instante en que lo escuchaba, el que la había obligado a cometer aquel acto atroz. Esta última vez no logro comprender su pedido, pero dio gracias a Dios por eso. Siguió mirando para todos los sitios, pero lo único que pudo ver a parte de aquellas hamacas... era la puerta de su casa, la que daba a la cocina, entre abierta... no lo pensó más, al escuchar nuevamente el susurro en su oído diciendo Aun no he terminado... Grito con todas sus fuerzas NO, y salio corriendo hacia la entrada a su casa, pero esta se cerró repentinamente en su cara, e hizo caerse nuevamente a la tierra. No había salida del patio, estaba rodeado por una cerca, bastante alta... Se abrazo ella misma, temerosamente, y se quedo allí, tiesa en el mojado suelo. Hasta que escucho un auto... uno que estacionaba en la acera de la casa. Levanto su vista con esperanzas, y allí estaba: Marcus, su esposo, pero pronto sus esperanzas se desvanecieron como arena entre los dedos. NO, la única palabra que resonaba en su cabeza, NO LE HAGAS DAÑO, NO HA EL... se tomo su cabeza histéricamente, se levanto de la misma manera que lo hizo al escuchar por una vez mas a aquel susurro, y fue corriendo a la cerca, gritándole a Marcus de que se largue... la cerca era demasiado ancha, apenas podía verse a quien estaba del otro lado, y sus voz era ronca, casi muda... el terror y la lluvia eran los culpables. Sus plegarias, fueron inútiles: Marcus entro a la casa.
Su cara expresaba derrota... y poso sus brazos contra la cerca, llorando y golpeando su cabeza contra ella. «...POR FAVOR...» La puerta de la cocina se abrió chillando, y llamo la atención de Allison, se dio la vuelta, y al ver que esta puerta estaba abierta de par en par, entro por ella, casi corriendo. Ya dentro de la cocina, por cierto muy acogedora, el aroma a comida era exquisito, y era una cocina bastante hogareña, estilo country, y muy grande, tenía una barra, donde del otro lado había una mesa con sus respectivas sillas, y la comida estaba servida, para tres...
Miro para todos lados nerviosamente y nada encontró. Fue hacia el living... en el momento que escucho un grito proveniente escaleras arriba. Oh... ¡NO! Su voz había mejorado, pero no era muy potente, y lo único que hizo fue correr hacia las habitaciones de arriba.
No entres... No entres Esas palabras, susurradas a su oído, rebotaban en su cabeza, al momento de estar frente a la habitación principal... ¿Podría ser otro engaño de aquel susurro?
«Te puede engañar, no siempre dice la verdad, ten cuidado, no siempre creas en el, debes ser inteligente, y fuerte» Esas fueron las palabras del cura de su iglesia, según el, el destino de los susurros era algo tan temeroso que no debo ni decírtelo, no siempre debía creer en ellos... pero esta vez no creyó, y abrió la puerta, entrando a la habitación y gritando MARCUS, ¡NO!, milagrosamente su voz se volvió potente...
« ¡BINGO!» El susurro resonó en toda su cabeza, torturándola y mientras gritaba un NOO con todas sus fuerzas, la puerta se cerró fuertemente al igual que las ventanas, dejando un fondo de risas malévolas y un llanto despiadado de una bella joven, encerrada sin escape en el inmenso infierno, de un susurro diabólico.
El Autor de este relato fué Nicolas , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=9980 (ahora offline)
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La lluvia no cesa, al igual que su llanto. La tierra húmeda mancha sus rodillas y sus manos tapan su cara, protegiéndola. Su cabellera cubre sus ojos esmeral
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2024-10-02
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